El gobernador del departamento de Norte de Santander, William Villamizar, habla durante entrevista con EFE este viernes, en Cúcuta.

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El gobernador del departamento de Norte de Santander, William Villamizar, habla durante entrevista con EFE este viernes, en Cúcuta.

Autor

Geraldine García
EFE | LA PATRIA | Cúcuta

La región del Catatumbo, en el noreste de Colombia y fronteriza con Venezuela, vive desde hace décadas entre el conflicto armado y el olvido estatal, pero no por eso se acostumbra a la violencia como la que volvió a estallar esta semana entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (Eln) y disidentes de las Farc con enfrentamientos que dejan más de 30 muertos.

La ola de violencia en zonas rurales de varios municipios del Catatumbo, que abarca buena parte del departamento de Norte de Santander, ha provocado además numerosos heridos y el desplazamiento de familias enteras para escapar de los enfrentamientos, mientras se busca a 22 personas, 10 de ellas mujeres, al parecer secuestradas en el caserío de El Aserrío, que hace parte del municipio de Teorama.

"De momento tenemos cifras de más de 30 muertos y más de 20 heridos. Tenemos también poblaciones confinadas que están esperando la posibilidad de un corredor humanitario para poder salir y desplazarse a Ocaña o a Cúcuta", aseguró a EFE el gobernador de Norte de Santander, William Villamizar.

El gobernador reconoce que están ante una crisis humanitaria de grandes proporciones no solo por la gravedad de los ataques entre guerrillas sino por la difíciles condiciones de acceso y de seguridad del Catatumbo, que dificultan cualquier acción de las autoridades.

"El Catatumbo es el 40 % del departamento de Norte de Santander, que tiene zona montañosa y zona de bosque de difícil acceso", agregó.

La zona del Catatumbo, tradicionalmente agrícola, está formada por los municipios de Ábrego, Convención, El Carmen, El Tarra, Hacarí, La Playa, San Calixto, Sardinata, Teorama y Tibú en los que operan el Eln, disidencias de las Farc, un reducto del Ejército Popular de Liberación (Epl) y otras bandas que se disputan el control de los cultivos de coca y de los corredores para el narcotráfico.

"Ambos grupos (Eln y disidencias de las Farc) están en la zona. Ahí se mueve toda una economía, una legal y otra ilícita, como es la coca; son grupos que a través del tiempo han vivido de esta economía", explicó Villamizar.

 

Riqueza y abandono

Pese a que en la primera mitad del siglo XX la zona de Tibú y El Tarra se convirtió en la primera provincia petrolera de Colombia, la explotación del crudo nunca trajo progreso a la región y en los años 70 empezaron a llegar los distintos grupos guerrilleros, atraídos en parte por la riqueza de esa industria.

"A través de 50 años siempre ha habido falta de inversión y han estado los grupos guerrilleros: el Eln, las Farc y el Epl en su momento, que han dificultado la inversión en esa zona. Hoy en día, esta región tiene una fuerte presencia del Eln", explicó el gobernador.

La Defensoría del Pueblo ha emitido alertas en los últimos años sobre el riesgo de un recrudecimiento de la violencia en el Catatumbo, la más reciente en noviembre pasado, pero aún así la gente sigue expuesta a los ataques armados.

La ofensiva emprendida en la mañana de este jueves por el Eln contra sus rivales de las disidencias de las Farc sorprendió a los habitantes de varios caseríos que tuvieron que correr a buscar refugio para protegerse de los tiroteos, todo documentado en videos subidos a las redes sociales.

En esas imágenes se ve como guerrilleros del Eln recorren las calles en busca de sus víctimas y se escuchan las ráfagas de fusil y de ametralladoras, enfrentamientos que dejan hasta el momento el saldo de más de 30 muertos, entre ellos cinco desmovilizados de las Farc que se habían acogido al acuerdo de paz de 2016.

Por esos asesinatos, que calificó como "crímenes de guerra", el presidente colombiano, Gustavo Petro, anunció este viernes que suspende los diálogos de paz con el Eln, grupo del que dijo que "no tiene ninguna voluntad de paz".

 

Calles vacías

Los enfrentamientos han dejado vacías las calles de varios caseríos del Catatumbo. En El Tarra, los maestros, en su mayoría oriundos de otros pueblos de la zona, salieron con banderas blancas en dirección a Ocaña, la principal ciudad de la región, para escapar de los combates.

"Estamos un poquito asustados, la verdad; la situación está complicadísima", dijo por teléfono a EFE una maestra que prefirió omitir su nombre por seguridad.

El consejero para la paz de Norte de Santander, Luis Fernando Niño, dijo a EFE que en los últimos años hubo una "tensa calma" en el Catatumbo, pero "hacia noviembre (de 2024) las comunidades comenzaron a alertarnos sobre la posibilidad de una confrontación entre los dos grupos armados".

"En este momento lo que estamos pidiendo es el cese de las hostilidades, que los dos grupos armados respeten el Derecho Internacional Humanitario", agregó el funcionario.

 


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