Tengo la satisfacción de haber sido el único voto en contra del impuesto al patrimonio en varias ocasiones. A primera vista, parece justo que lo paguen los “ricos” por sus activos “ociosos”, ayudando a financiar la “seguridad” y luego el funcionamiento del Estado. Sin embargo, este impuesto temporal, que ya lleva 22 años, causa daños significativos que no se evidencian. Un ejemplo reciente, fue la frustrada llegada de James Rodríguez al Junior de Barranquilla. Es comprensible que un atleta busque la mejor oferta económica, pero es inadmisible que nuestra estructura tributaria impida su regreso a Colombia. Aunque este problema se visibiliza por el fútbol, el impacto de perder a los colombianos más talentosos en el exterior trasciende ese ámbito. Es hora de acabar el impuesto al patrimonio.
Falcao García al querer jugar en Colombia se consideraría residente fiscal teniendo que pagar impuesto al patrimonio. Para evitarlo, Millonarios tuvo que firmar un contrato de solo 183 días, ajustándose al mínimo necesario para evitar la designación. Se dice incluso que Falcao tuvo que limitar ciertas prácticas con el equipo para no superar los días requeridos. A pesar de que deseaba vivir en Colombia junto a su familia y que ya tenía contrato con Millonarios, los impuestos se convirtieron en su mayor obstáculo. Al menos con Falcao se logró una solución temporal, aunque su renovación estuvo llena de problemas, pero en el caso de James, simplemente no llegó.
El impuesto al patrimonio funcionó la primera vez porque tomó a los contribuyentes por sorpresa, pero ahora, al volverse permanente, genera efectos disuasivos. Es prácticamente imposible que nuestra gran diáspora vuelva para pasar su vejez, tendrían que pagar un impuesto exagerado sobre el ahorro de toda su vida. Aunque aman a Colombia y su regreso significaría un estímulo económico para el país, las cargas tributarias los convierten en exiliados económicos. Este problema no solo afecta el retorno de colombianos, sino también nuestra capacidad de atraer conocimiento y talento extranjero. Sobra decir que al saber que el impuesto es permanente el capital existente sale del país para evitar el impuesto.
En el ámbito futbolístico la situación es clara: el país pierde la oportunidad de ver a sus estrellas más emblemáticas jugando en casa, pero este problema no se limita al deporte. Médicos, ingenieros, emprendedores, etc... también deciden no volver porque casi todos los que traerían talento al país pagan impuesto al patrimonio. Aunque sin duda hay más razones, figuras como David Vélez de UN Bank, Simón Borrero de Rappi, o Felipe Chávez de Kiwibot no manejan sus emprendimientos en Colombia. Este tributo debe reemplazarse por una sobretasa a la renta o por la eliminación de varias deducciones.
Con tanto talento saliendo del país, puede sonar fantasioso, pero en un futuro debemos volver a atraer conocimiento, incluyendo el extranjero. Aunque 850 mil dólares pueda parecer un gran capital, en Europa o en los EE.UU., muchas personas de clase media lo tienen. Colombia, con toda su riqueza y atractivo, se vuelve poco competitiva para profesionales de alta especialización, como expertos en tecnología como inteligencia artificial. Esto no solo afecta el ingreso de talento extranjero, sino que fomenta la fuga del nuestro.